miércoles, 7 de marzo de 2012

Los kimonos son como los vampiros, cuanta menos luz mejor.



Es triste ver que hay algunos kimonos a la venta con decoloraciones por exposición a la luz. La luz se come los tintes de los kimonos. Se nota especialmente en los kimonos que han sido doblados y dejados en algún lugar al que llega la luz del sol o luz artificial. Por eso un correcto almacenamiento es importante. Hay que guardarlos en un armario o al menos taparlos para que no se decoloren. Incluso la luz de los fluorescentes les afecta. En las tiendas donde se venden, los que están de muestra se van renovando constantemente para no estropearlos.
Los kimonos de antes de la guerra son especialmente delicados por la edad y por el tipo de tinte. Desde la era Meiji se usan tintes sintéticos que no son muy estables y, la luz y el agua los afectan bastante.

Otro enemigo que va de la mano de la luz es el ozono. El ozono es un poderoso oxidante que se come el color. En ciudades con bastante polución la cantidad de ozono en el aire es bastante grande, así que nos interesa minimizar los agentes contaminantes en nuestras ciudades (por vuestra salud también) para la conservación de nuestras telas.

 Sobre telas u objetos teñidos con agentes naturales ya os digo que aún son más delicados. Puesto que su resistencia a la luz y al ozono es mucho menor. El campeón de la resistencia es el índigo, siendo también la cochinilla bastante resistente. Por el contrarío el beni tiene muy poca resistencia amarilleando con cierta rapidez.


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